Septiembre



Septiembre. Infancia
Septiembre huele a libros nuevos y a lápices sin usar. La playa se olvida y hojeo el libro de Naturales con verdadera emoción y curiosidad, intentando averiguar por las ilustraciones y el enunciado de cada tema, qué cosas increíbles aprenderemos este nuevo curso y demorando a la vez la ardua tarea de proteger los libros con forro adhesivo.

Septiembre empieza también a oler a turrón de feria y atracciones a medio montar. Los amigos acudimos ilusionados cada tarde al descampado para ver los progresos del montaje , asegurarnos de que el Barco Pirata ha vuelto y contarlo en el colegio al día siguiente.

Septiembre. Adolescencia
El verano acabó y sus amores con él. La nostalgia invade cada recodo y cada roca del Paseo de los Carabineros. Dejo que los últimos rayos de sol del verano, me calienten un poco más antes de volver a casa y me abandono al recuerdo de los amigos de fuera que no volveré a ver en 12 largos meses, y sonrío rememorando las anécdotas de la última moraga, antes de fruncir el ceño al recordar que el instituto está a punto de empezar.

Septiembre avanza y el rumor de la feria regresa a animarnos el ánimo. Volvemos al descampado y además de cerciorarnos de la ubicación del Barco Pirata, nos aseguramos de tener bien localizada la caseta de la juventud, porque entre el Barco y el Saltamontes habrá que tomarse un rebujito.

Septiembre. Veintitantos
Septiembre huele a vacaciones. Huele a París, a Roma, tal vez a islas…Septiembre puede oler a cualquier cosa. Regreso a casa desde la agencia de viajes, con el catálogo de hoteles bien aferrado en mis manos, dispuesta a dejarme seducir por cualquier destino con un poco de romanticismo.

Se acerca la feria, cómo me gusta la feria. Comienzan las especulaciones en la pandilla sobre las actuaciones en la caseta municipal y vamos quedando para la feria de día, de noche y lo que se tercie.

Septiembre. Ahora
Septiembre huele a tarta, a gomaeva, a papel de regalo, a material escolar, a bolsillos vacíos. Septiembre ha vuelto y yo lo miro con recelo, igual que a la lista de materiales para el colegio. A ver, libros, sacapuntas, toallitas, jabón, papel higiénico, ¿está todo? Sí, todo, menos el dinero.
La casa se me llena de cumpleaños, ¿a quién se le ocurre parir en Septiembre? Le quito un pellizco más al sobre de Disney, otro más, desde hace tanto. Recuerdo Roma, París, las islas…me meto en internet y miro los destinos a los que no iré.

Se acerca la feria, cómo me gusta la feria. Dios mío, se acerca la feria y yo ya le he metido mano al sobre de Disney ¿a cuánto estarán ya los cacharritos? Los de los niños y los de los mayores ¿Qué viene quién?¿Y ese quién es? ¿Salir por la noche?, puf, mejor ya sí eso quedamos un día de los festivos, el de las carrozas, pero después de la siesta y antes de las siete que tendré que montar a los niños en el tíovivo y pescar unos cuantos patitos. Pero que sí, que el rebujito nos lo tomamos.


Ay Septiembre, el único mes que me pide que le escriba





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