De amor, dopamina, spoilers y sexo en ¿Nueva York?



¡Abajo el amor! ¿No era ese el título de una película? Sí, René Zellwegger con Ewan McGregor. Dios, qué mono en Moulin Rouge cantando sobre los tejados parisinos  y en  Big Fish apartando palomitas suspendidas en el aire para encontrarse con el amor de su vida. ¿Lo veis? Justo a eso me refiero, ¡malditas películas románticas! Dijo ella que no escribe nada que no tenga un poco de romance, que puede escribir de crímenes siempre y cuando los corazones se paren también por causa del enamoramiento además de por un tajo en la garganta. Ya, ya... bueno dejadme que hoy  le tenga manía a toda esa mentira encubierta en papel de celofán.
Odio a los enamorados recientes, sí, eso va por ti y también por ti. Los odio desde la envidia que me provocan, desde las arcadas que se me enconan en el esófago con los besos almibarados en público de dos personas que de repente se conocen y se ponen como tontos a segregar dopamina, oxitocina y serotonina, pues atención SPOILER: SE OS VA A PASAR. Perdón por la sinceridad y la bilis segregada.
Cuando todo se tranquilice pasaréis a los piquitos insulsos en la cola del súper y dejaréis los morreos para los ratos de pasión programados o bajo los efectos del alcohol. Eso tampoco está mal y además no hacen daño a nadie, es decir, no provocan náuseas a los que ya superaron la fase inicial del enamoramiento o a los que no lo han conocido nunca, o a los que han sido dejados por su pareja o a los que no pueden besarse públicamente con el ser amado o al peor segmento de la población posible: los que aman y no son correspondidos. 
Yo, que aún visiono Sexo en Nueva York de vez en cuando y que tengo complejo de Carrie Bradshaw (para muestra un botón), compruebo divertida u horrorizada en función de la fase menstrual en la que me encuentre ( ¿es esto un micromachismo? espero que no, en mi caso es solo una realidad hormonal), como las relaciones son igual de penosas en la adolescencia que en la madurez. Como el pavo que acompaña el florecimiento de un romance es el mismo a los quince años que con más de cuarenta y como los corazones se rompen con la misma intensidad que entonces. Nerja no es Nueva York y la plaza Tutti Frutti y  la calle Antonio Millón están lejos de ser Manhattan o la Quinta Avenida, pero los dramas son los mismos, solo que sin glamour. No hay gestión emocional, eneagrama (gracias Paula por abrirme nuevas puertas al infierno) ni terapia con coach que te libre de un mal de amores. Al final, la mejor (y la peor) solución es la misma que cuando éramos jóvenes: ¡chupitos de cabra para mí y mis amigos! Una resaca, una llorera y el lunes de nuevo en pie, como si tal cosa. Siempre hay peces en el mar para volver a generar dopamina y provocar arcadas en aquellos que no han pescado o que se comieron el pez hace tiempo.
No soy muy fan de los Bridgerton (la segunda temporada sí  me gustó, me pillaría ovulando), pero qué tentador sería hacer de Lady Wistheldown y publicar un post mensual hablando de los entresijos y rumores, de los romances y las peleas (los taxistas de la parada me ayudarían a recabar información)...pero tranquilas, jovencitas, mis labios están sellados y mis manos tienen otras historias de ficción que escribir, eso sí, les recuerdo que la primavera ya está aquí y la temporada no ha hecho más que comenzar, ¡disfruten del buen tiempo y si encuentran algo de dopamina en el camino no duden en restregársela por la cara a los demás! Total, se les va a pasar.

Comentarios

  1. Disfruté mucho esto Vanessa 👏❤️
    Espero con ansias tus futuros escritos.

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