Sucedáneos estivales y veranos invencibles

 VERANO. Te extraño. El solsticio empieza hoy pero no hay ni un amago de tu presencia. 

Quiero meterme en el túnel y que cuando salga me acaricie el rostro el sol de un verano antiguo. Quiero subir jadeando la cuesta de la Torrecilla , pensando ya en el puleva de fresa y  la merienda-cena que mi madre me tendrá preparada. Quiero oler  aquella mezcla de mar y pesca que traía mi padre entrando en casa con las gafas de bucear en la cabeza y dos pulpos en la mano. Quiero que mi madre nos enchufe divertidos manguerazos en el lavadero  para quitarnos los restos de arena antes de comer. Quiero doscientas pesetas para ver esa noche una peli en el cine de verano, meteré un cojín en la mochila y amortiguaré con él  el incómodo respaldo de hierro azul en mi espalda. Pediré un deseo al ver una Perseida, mientras Kim Basinguer hace de novia extraterrestre en la pantalla.

Y me quedaré un buen rato en aquellos veranos antes de regresar a este sucedáneo estival tan poco estimulante. Disfrutaré de mis amigos y de mis primos, disfrutaré de mis padres, sanos y fuertes, que convirtieron cada verano y cada día de cada estación en un recuerdo maravilloso. 

Luego volveré aquí, a 2021 y pensaré en la suerte que tenemos porque pronto volveremos a vernos las sonrisas por las calles, en lo avanzada que va la vacunación, en que no pasa nada porque no me pueda mojar los pies en la playa la noche de San Juan, por mucha falta que me haga este año pedir un deseo...

No es este junio tormentoso, ni la subida imparable de la incidencia acumulada  en este pueblo, no es ni siquiera este viento de poniente el culpable de que no haya resquicio de verano por ningún lado. 

No hay filtro de Instagram para las puñaladas del tiempo.

Pero que nadie tema de mis efímeras penas, pues pienso seguir creando veranos invencibles para que mis hijos regresen a ellos por el túnel de la memoria cada vez que lo necesiten.