JUAN IMEDIO, EL TINDER DE LA TERCERA EDAD

 El día que me enteré de que mi madre iba a ir a Canal Sur a buscar novio en el programa de Juan Imedio, fue un día interesante. Mi hermana , la mediana, la enfermera, la que acaba las frases de mi madre de pura conexión telepática materno filial, había sido la artífice de tan sorprendente giro de tuerca, pues mi madre hasta aquel momento, al único sitio al que había ido en el último año era al cementerio.

La pérdida de mi padre la sumió- nos sumió a todos -en una tristeza apática y traicionera que la anclaba a la casa y le arrancaba lágrimas heladas mientras vagaba entre los recuerdos de una persona , y contra todo pronóstico, la idea de ir a la televisión, que la recogiera un chófer, que la maquillaran y pasarse las horas al teléfono, le insufló un chute de ilusión inesperado. No hablaré mucho de ello, aunque me gustaría, por respeto a los implicados, pero puedo afirmar que las consecuencias de aquella entrevista televisada dan para una comedia de enredos.

De lo que yo he venido a hablar no es de la historia de mi madre (aunque me daría para muchas entradas en el blog), si no del asombro absoluto que me ha provocado a mí, que no había visto el programa nunca a excepción de algún que otro zapping de la sexta, el éxito del programa entre la tercera edad ¿hay algún viejecito en Andalucía que no lo vea? Ya te digo yo que no. 

Y al hilo de esto, me apasiona el fervor con el que la gente busca el amor a cualquier edad, ¡qué ganas de enamorarnos tenemos los humanos! Aún sabiendo los sufrimientos que conlleva, necesitamos de esa tortura del corazón, ese cosquilleo diarreico y ese escalofrío paralizante. Masocas de la felicidad, yonkis del amor, en definitiva.

Y si los viejos van a Juan Imedio, los millenials, los de la generación X , la Z, los alfa, los omega y el resto de singles, lo buscan en el móvil. Tinder y el resto de apps de citas son un mundo desconocido para mí del que todo lo que sé es gracias a mis amistades desemparejadas, que me hablan de él y yo los escucho como si me relataran la vida en otro planeta. Deslizo a la izquierda y a la derecha. Match. Tío bueno en un radio de quinientos metros. Ups ahí está. Follemos. ¿Pero esto qué es? ¿Ya no se liga en los bares? ¿Ya nadie te tira los tejos junto a los congelados del mercadona?

Bueno, como leéis, la monogamia me ha vuelto obsoleta en los temas del amor, yo, tan moderna que me creo, me aterra pensar que una foto con filtro es la única forma de conectar con alguien en estos tiempos. Puestos a elegir, me quedo con los viejitos y con Juan Imedio, pero sobre todo me quedo con el anhelo humano, por utópico y desesperanzador que sea, de hallar el amor en los lugares más inesperados
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