DICIEMBRE Y EL CHRISTMAS BLUES
Yo, que desde pequeña he sido la tonta de la Navidad, la que no veía el momento de que llegara el puente de diciembre para montar el portal de Belén en la chimenea con mi padre, percibía ya entonces que hay una tristeza intrínseca a estas fechas en las personas mayores. Y al poco que indagabas, ellos te contaban, porque nada le gusta más a las personas de cierta edad que hablarte de sus vivencias y dejar en ti un pequeño poso de su sabiduría. Y ellos hablaban siempre de las sillas vacías como respuesta a esa pena del alma. Gente que quisiste que ya nunca se sentará a la mesa. Pero una, que es pequeña y siente un gozo indescriptible hojeando el catálogo de regalos de El corte inglés, no quiere imaginar siquiera por un segundo que esa nostalgia senil la pueda alcanzar algún día.
Y un día va tu padre y se muere el seis de diciembre, justo el primer día del puente, el día que montabais el Belén, y para aumentar la paradoja, te comunican que ha fallecido a la misma hora que está teniendo lugar el alumbrado navideño. Las luces de la ciudad se encienden y tu corazón se apaga, y aunque hace mucho que no eres una niña, sigues sin querer que esa pena te alcance. Y sonríes, porque que un par de semanas antes estabas en el hospital con él, viendo una película navideña de antena tres. Los protagonistas de la peli hablan de milagros navideños y tú miras a uno y otro lado sabiendo que no habrá milagro navideño posible para los cuatro ocupantes de esa habitación. Dos padres moribundos y dos hijas acompañándolos. Personas que no se conocían pero que coinciden de casualidad en momentos trascendentales de su vida. De repente, mientras coges a tu padre de la mano, la otra hija empieza a cantarle una canción al suyo y te das cuenta de lo increíblemente afortunados que son esos dos padres que reposan en la cama, de cuánto amor se llevan y de lo afortunadas que son esas dos hijas de poder acompañarlos en sus últimos días. Y piensas que quizá sí que se estaba produciendo un milagro navideño en aquella habitación de hospital, al fin y al cabo.
Y las luces se siguen encendiendo cada año, y las sillas vacías copan las mesas de cada casa, y tú sigues saliendo, riendo, comiendo, bebiendo, bailando, besando, llorando...
Diciembre regresa para intensificarlo todo (también tu peso), para magnificar los sentimientos como dicen los concursantes de Gran Hermano, para que te gastes los cuartos con alegría, para que vuelvas a ver Love Actually y el Diario de Bridget Jones, para que hagas balance y consideres si el año que está a punto de concluir ha sido una mierda suprema o no. ¿Cuántas primeras veces has tenido este año? La primera visita a una ciudad, una amistad nueva, un nuevo primer día de trabajo, un primer beso...Si al repasarlas te sale alguna, ten por seguro que has tenido un gran año y si no, aún tienes treinta y un días por delante.
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